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Mostrando entradas de diciembre, 2013

M. Emants: Una confesión póstuma

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Marcellus Emants: Una confesión póstuma . Sajalín editores. Traducción de Gonzalo Fernández Gómez. Prólogo de J.M. Coetzee . Lo cercano es a menudo lo más inexplorado y la ignorancia nuestra amiga más fiel. Marcellus Emants fue un poeta, novelista y dramaturgo de éxito en los Países Bajos del que yo hasta hace poco nada sabía. Nació en 1848 en Voorburg, cerca de La Haya; falleció en Suiza en 1923. Su novela más célebre, Una confesión póstuma , fue publicada el pasado septiembre por Sajalín editores. La prologa J.M. Coetzee , conocedor de la obra de Emants y autor de la única traducción al inglés que de esta novela existe. Coetzee emparenta a Emants con Rousseau, Flaubert, Turguénev y Dostoievski. Analítico, complejo, introspectivo,  feo, misántropo, Termeer, el protagonista de esta obra, confiesa el asesinato de su esposa. Un argumento frecuente en literatura (Tolstói escribió La sonata a Kreutzer tan solo cinco años antes) para representar malestares de profundo calad

V. Woolf: Leer o no leer

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Virginia Woolf: Leer o no leer y otros escritos . Abada editores. Traducción de Miguel Á. Martínez-Cabeza. Edición de Mª del Carmen Espínola Rosillo.   Woolf «fue una gran ensayista porque fue una gran lectora», y llegó a la narrativa tras ejercer la crítica literaria durante mucho tiempo. Leer o no leer se compone de dieciséis ensayos en torno a la lectura, la crítica, los géneros literarios, las técnicas de escritura, la educación de los jóvenes o la influencia del físico de un escritor sobre la percepción de su obra. La voz de Woolf suena experta, serena, burlona, con pleno dominio de su materia de estudio. Perseguía comunicar con eficacia, escribir honestamente y sin torpezas. Sus ensayos son una lección de escritura, textos libres de cháchara en los que funde experiencia, conocimiento y talento. Propone acercarse a la vida y descartar la mayoría de las convenciones. Registrar el patrón «con que cada imagen o incidente se graba en la conciencia».

J. Conrad: El corazón de las tinieblas

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Joseph Conrad: El corazón de las tinieblas . Alianza Editorial. Traducción de Araceli García Ríos e Isabel Sánchez Araujo.  Él (otro él) me regaló El agente secreto hace años. Lo empecé, me atasqué, lo abandoné: el tacto de sus páginas me resultó áspero, la mujer de la portada excesivamente trágica. Tonterías de este corte marcan nuestro paso por el mundo. El sofá, tu llamada. Ese tren. Esa alfombra. El corazón de las tinieblas ha sido mil veces reseñado pero su autor es nuevo para mí. Conrad eligió el inglés —aprendido tras el polaco, el ruso y el francés— como lengua literaria, y aseveró que de otro modo jamás hubiera escrito. Toda lengua ajena es una puerta hacia lo desconocido, un machete que permite reinventarse y abrir luz en nuevas aguas. Admito que me convence más el título original: Heart of Darkness . El sustantivo liberado del artículo (envidia de las lenguas latinas) gana peso y recoge lo que esta novela es: la marcha ciega por la esp