S. Anderson: Muerte en el bosque
Sherwood Anderson: Muerte en
el bosque.
Ediciones Traspiés.
Traducción de Miguel Á. Martínez-Cabeza.
No soy filóloga. Mis
lagunas literarias son enormes. Hago lo que puedo por paliarlas. Para subsanar ese vacío necesitaré muchos años. Es una pena grande pero
procuro no pensar en lo pendiente. Aspiro a vivir/morir medio en paz.
Constato, por
ejemplo, que hasta hace poco nunca había oído hablar de Sherwood Anderson.
[La ignorancia: otro infinito]. Prolífico y aclamado autor
norteamericano, amigo de Gertrude Stein, mentor de Faulkner, modelo generacional
de Hemingway y Steinbeck. Y más. Cultivó todos los géneros pero sobresalió por
sus relatos. Traspiés recoge en Muerte en
el bosque trece de
estas historias: cortas-magníficas-todas.
La primera da
título al volumen y abre paso al universo lírico de Anderson. Resulta difícil
referirse a este autor por su apellido en lugar de por su nombre de pila,
idéntico al de tan legendario bosque inglés. Con un lenguaje pelado, sus historias
culebrean entre ascuas y recovecos. Hay que acercarse a ellas despacio y de
puntillas, asomarse sin hacer ruido. Muertes, relaciones familiares, naturaleza.
Individuos perfilados por sus condiciones de vida; el amor como voz absurda; el
misterio de la belleza.
Dicotomías varias
barren sus relatos: campo/ciudad, hombres/mujeres, ricos/pobres. “Encuentro
en el Sur” nos habla, además, de un joven William Faulkner. «Por razones de comodidad», en el cuento aparece como David. Anderson acababa de
conocerlo en Nueva Orleáns.
Creo en cualquier caso que, por mucho
que yo diga, lo mejor es leer al autor. Dejo unas citas y me arrojo a leer a Faulkner. Mientras agonizo. (Y mientras termina este mundial).
«De joven, se había pasado todas las horas de todos los días dándole de
comer a alguien. Caballos, vacas, cerdos, perros, hombres. Cuando empezó a
parecer vieja —todavía no había cumplido los cuarenta— iba por la casa y el
corral murmurando sola».
«Uno viene de la ciudad y como las colinas son verdes y el agua de los
arroyos clara, piensa que la gente de las montañas tiene que ser en el fondo
clara y dulce».
«Las personas así, que siempre han tenido dinero y una posición segura
van por la vida seguras de sí mismas, sin miedo a nada».
«En cualquier momento nuestros familiares pueden hacernos cosas
extrañas y dolorosas. Hay que vigilarlos».
«Había algo, un impulso vital destructivo, en todas las relaciones
humanas».
«Imagino que todos los hombres y mujeres que tienen algo saben que
podrían perderlo fácilmente».
«Estar solo no significa ir donde no hay gente. Significa estar donde
todos son desconocidos».
«Las vidas están hechas de una reducida serie de situaciones que se
repiten una y otra vez en los pueblos y ciudades de todos los países».
Comentarios