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Mostrando entradas de 2020

A. M. Matute: Demonios familiares

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Ana María Matute: Demonios familiares . Destino, 2014. Prólogo de Pere Gimferrer. Epílogo de María Paz Ortuño.   Hay autoras, autores, a los que nos adherimos de modos misteriosos, quizá por sentirlos como un hueso propio o un trozo de piel.   Demonios familiares fue la última obra de Ana María Matute (1925-2014). Una novela inconclusa surgida a partir de Paraíso inhabitado (2008), texto del que fue alejándose sin rasgar del todo su hilo común.   Quien conoce el dolor —como Matute— sabe que de él no se sale de golpe. Desde la profundidad de cada cual, mirando al suelo, barremos el polvo acumulado. El palo de la escoba nos sostiene. Con cada viaje de cepillo trazamos un baile personal hacia el desván, el sótano o la entrada, buscando luz o revelaciones de aparición incierta.   Los grandes cambios suelen llegar de la mano de lo inesperado. Somos de una forma hasta que descubrimos en nosotros un insólito costado, y ese nuevo filo nos altera irremediab

S. Plath: Antología poética

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  Sylvia Plath: Antología poética . Navona Editorial, 2019. Selección de Ted Hughes. Edición bilingüe. Traducción de Raquel Lanseros.   Sacudidas, espasmos, extrañeza. La complejidad de Plath, poeta superdotada. Su sello: una herida roída por las fieras.   Lengua acerada de cristal opaco. Mano que prensa las esquirlas. Con la sangre quebrada compone un sudario. Un sudario retorcido como el pensamiento.   El olor denso en las manos. La hoja seca en el agua. Ojo abierto, cuenca vacía. Campana telescópica. La claridad no sirve. En la última línea, rechinan los goznes. Alimento diluido en tinta carmín. Un pulgar cortado rotula el mundo y acalla toda voz. Alguien dice a voz en grito: “ FUERA ”.   El desafío de la traducción — gesta y dudas , advierte Raquel Lanseros— de una obra que respeta el orden cronológico de composición establecido en 1985 (Faber & Faber Ldt, Selected poems ).   Qué quedó de Plath en sus poemas. Cuánta Plath renace en caste

A. Kristof: El monstruo & La hora gris

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  La verdad y la incógnita   Resistirse a un libro es, a menudo, temerlo, y de ese lugar suele partirse hacia Agota Kristof , cuya obra dispensa de igual modo atracción y recelo. Por un lado, conduce a lo desconocido (terreno hechicero siempre), pero de ella se sale dolorido, con cicatrices sobre órganos cambiados de sitio, rogando mudez hasta salir del aturdimiento.   De Kristof (Hungría, 1935 – Suiza, 2011), distintas editoriales habían publicado en español varios de sus libros: Claus y Lucas , su excelsa trilogía, la novela breve Ayer , el volumen de relatos No importa y el texto autobiográfico La analfabeta . Nada sabíamos, hasta hace un año, de su teatro, al que la autora dedicó una gran parte de su vida, y que precedió a la narrativa que la hizo famosa.   La editorial Sitara (en persa, estrella) vino a remediar el vacío existente con El monstruo y La hora gris . Dramatismo en pie y lleno de sentido. Como ya sabemos, Kristof no malgasta el tiempo en boberías. Se dir

C. Peri Rossi: La insumisa

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Pedazos de carne viva   ¿Cómo se vuelve, se viaja, a la infancia? ¿Cómo se rescata? ¿Qué se hace para limpiar de olvido los rincones polvorientos? ¿Hay una memoria fija, inamovible, de lo ocurrido? ¿O se trata solo de ecos inseguros? ¿Qué orienta la luz que posamos sobre el recuerdo —íntimo, nítido, intransferible— de las cosas?   Reconozco ser torpe evocando. Y sin embargo —quise decir: a la vez— siento que nada se pierde en el camino. Que cada risco, peña y grano de arena los recoge el presente, extendiéndolos hacia el futuro. Aquello en lo que nos hemos convertido —cuerpo, voz, belleza, miedos— surge en su totalidad de lo que fuimos. Sin que extraviemos un solo fragmento, una sola partícula. En el crecer, no hay desechos.   Hablar de escritoras que queremos exige distanciarse de ellas sin olvidar adónde se quiere llegar, siendo esto —el destino de un texto— algo que se descubre, en mi caso, conforme se escribe. Si por conocer una obra literaria entendemos incorporarla

M. Vilas: Ordesa

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Manuel Vilas: Ordesa . Alfaguara, 2018.   Hace tres años de Ordesa . Desde entonces, ha llovido mucho Vilas. Un agua que me he perdido haciendo qué.    Doy con notas tomadas en aquel entonces. Uso el pasado. Pensé en Vilas y Ordesa como  inseparables. Un doble quebranto. La tierra y la conciencia a punto de morir y de nacer.   Cuando se lee a Vilas suceden cosas. Sus textos empujan a reescribir la propia vida, a trazar un (tímido) universo paralelo al del autor. Si lees a Vilas en el baño, por ejemplo, el baño empieza a hablarte y a contarte cosas: el retrete, el lavabo, la ducha. Cambiaste de domicilio ocho veces en diez años y llevas dieciocho sin bañera. En España siempre tuviste bañera. Piensas todo esto con Ordesa en las manos y Vilas desaparece en tus casas sin bañera.   Vilas es telúrico. Vilas es atávico. Vilas da miedo. Es un místico de fe cambiante, y sin embargo —y por ello— inamovible. Ordesa como laica Escritura:

Ocho años microcríticos

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      Microcríticas Literarias cumple ocho años. El placer libresco y la inclinación por lo breve invocaron su nacimiento. A pesar de los textos más amplios vertidos últimamente, su principio fundacional persiste y sigue en pie.   Quien esto escribe cumple, también, dos décadas fuera de España. Dondequiera que llueva, surgirá la palabra. Ella porta, en gran medida, nuestro paso por el mundo. El tiempo arrecia. La literatura continuará siendo un refugio amable frente a la intemperie.