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M. Yakovenko: Desencajada

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Margaryta Yakovenko: Desencajada. Caballo de Troya, 2020.     La amputación    «Moverse una vez es moverse para siempre». Clara Obligado, Todo lo que crece     Leí esta novela poco antes de la guerra europea que desde el 24 del 2 de 2022 contemplamos. Poco antes de que supiéramos situar en el mapa ciudades como Mariupol, Zaporiyia, Jersón, Lviv, Járkov. Poco antes de que su autora, Margaryta Yakovenko, afrontara quizá la tarea más difícil de su vida: contar, desde la distancia, los horrores que asolan su país natal, Ucrania.   «Aquel mes de septiembre mudé de nacionalidad como los grillos mudan de piel y abandonan su exoesqueleto seco en la rama de un árbol».   Ucrania. España. Ucrania. Más allá, el horizonte. Esa franja de sentido que arropa a los desterrados. Una orilla imaginaria que calma su soledad.   «Aceptas que la única tónica que rige tus días es la de adaptarte a lo desconocido. A la brutal...

F. García Lorca: Pez, astro y gafas

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Federico García Lorca: Pez, astro y gafas. Menoscuarto Ediciones, 2007. Edición de Encarna Alonso Valero. Prosa narrativa breve. De Lorca. La sorpresa de este libro publicado hace unos años quiere compartirse. Por grata.   Dentro de la experimentación vanguardista de los años 20 y 30, la prosa sirve para explorar los límites de la poesía y trascender géneros. Lorca, como tantos otros artistas de su época, «participó en los afanes de renovación». Para él, la prosa será «el ámbito en el que desplegar, de la manera más extrema, su nueva concepción de la poesía», nos cuenta Encarna Alonso en el prólogo.   Escribe Federico en una carta de 1928 a Sebastià Gash: «Ahí te mando los dos poemas. Están en prosa porque el verso es una ligadura que no resisten».   Ansia vanguardista y voluntad poética marcan Pez, astro y gafas , bautizado así por un fin de párrafo del primer texto. Encontramos a un Lorca rupturista, transgresor, protagonista de la...

B. González Harbour: Goya en el país de los garrotazos

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Los hijos de Goya   Más allá de aniversarios, cualquier momento es bueno para hablar de un genio. Ciertos hechos y concursos convocan su presencia, en el caso de Goya (1746-1828) plasmada en sus obras. A partir de ellas, y junto con los datos de vida de los que disponemos, Berna González Harbour emprende un viaje hacia un misterio: «la distancia evaporada» entre la mirada de quien ella considera padre de la modernidad (y espejo de nuestro tiempo) y la realidad de su época. Captar esa fusión, ese aire común que los unió y respiraron —y que contendría el germen de la vigencia de Goya— es el reto.   La fascinación —el abismo— que encierran las Pinturas negras , realizadas entre 1820 y 1823, cuando Goya sobrepasa los setenta, llenan a la autora de preguntas sobre el pintor. Quién fue ese genio, de qué cabeza salieron esas obras, cuáles fueron las circunstancias que las rodearon.   La Quinta del Sordo (llamada así por el anterior dueño y no por la sordera de Go...

M. Á. Hernández: El don de la siesta

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Miguel Ángel Hernández: El don de la siesta . Anagrama, 2020. Necesito poco para sumergirme en mi interior, y quizá eso explique mi atracción por los tiempos íntimos. Un acto que los propicia es el sueño: dormir largas noches, abrazar la duermevela, echarse la siesta. Hábitos protectores de lo que somos. Cobijo del silencio y de muchos misterios.   Miguel Ángel Hernández publicó en 2020 un ensayo titulado El don de la siesta . En él habla de hábitos, casas, ciclos naturales y tiempos capitalizados; de muertos, de arte, del cuerpo.   «Ya todo es luz. No hay lugar para las sombras. Y sin ellas, estamos desorientados».   El síndrome del trabajador quemado (Han) caracteriza nuestra época. Individuos agotados, autoexplotados, dependientes del estímulo constante. Hijos-siervos de la dopaminocracia , el reino de la positividad, de la sobreexposición, de la conectividad. ¿Quién es ajeno a este dominio hoy día?   La siesta, la parada vol...

M. Lowry: Bajo el volcán

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Malcolm Lowry: Bajo el volcán. Tusquets Editores, 2009. Traducción de Raúl Ortiz y Ortiz.         Era un título pendiente desde hacía años. Atravesarlo ha resultado una experiencia lenta, densa, mareante, por momentos alucinógena, en concordancia con los tumbos de un alcohólico —el excónsul británico Geoffrey Firmin— frente a su desdicha.   Lowry dedicó a Bajo el volcán (1947) una década de su igualmente alcohólica vida. En el prólogo nos cuenta que quiso «escribir al fin la auténtica historia de un borracho». La última incursión literaria parecida que recuerdo fue La pecera , de Juan Gracia Armendáriz.   México, 1938, Día de los Muertos. Una sola jornada de delirio y autodestrucción en Quauhnáhuac (Cuernavaca), con los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl de fondo. Firmin, un hombre culto, recibe la visita de su exmujer Yvonne y de su hermanastro. El amor —en toda su crudeza, con todo su dolor— no es suficiente para sepa...

É. Barillé: Un amor al alba

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    Anna & Modi   «En mayo de 1911 yo aún no había publicado ningún poemario, y él no había vendido ningún lienzo todavía. Ambos estábamos en el umbral de nuestras vidas».   Anna Ajmátova (1889-1966) y Amedeo Modigliani (1884-1920) se conocieron en París en 1910, donde volvieron a verse un año después. Anna dejó escaso testimonio de este encuentro: parcas palabras, cartas quemadas y un solo dibujo de los varios que Modi hizo de ella. Un siglo más tarde, ante una de las famosas cabezas esculpidas por Modigliani, Élisabeth Barillé cree reconocer en la piedra el rostro de Anna. Dice: es ella. A partir de ahí nace esta novela.   Un amor al alba recrea la amistad —el amor posible— entre dos jóvenes genios antes de que su arte obtuviera reconocimiento. Intenta descifrar con datos mínimos qué vivieron juntos. Se pregunta, sobre todo, por la huella que dejaron en el otro.   La explosión vanguardista invade el París de...

A. García Ortega: El arte de editar libros

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Artes y oficios   Blanco, breve, organizado, conciso… Mi adoración por los libros de pequeño formato no decae con el paso del tiempo. Aquellos capaces de quedarse junto a una, al alcance de los dedos de tu mano en un bolsillo.   Editar puede ser un arte obsesivo, un oficio de locos y varias cosas más, como Adolfo García Ortega nos explica. La invención de la imprenta revolucionó la transmisión de la cultura, y editar fue concebido desde el inicio «como una empresa que diera beneficios».   El autor escribe este ensayo preguntándose cómo puede responder la industria del libro a las enormes transformaciones del sector de la comunicación y la cultura en nuestro hiperconectado mundo actual. En definitiva, qué puede hacerse para «no ser la orquesta del Titanic » o empujar la misma piedra como Sísifo (sic).   Cada capítulo —ocho en total— se desarrolla en limpísimas secciones, abarcando desde el nacimiento de la imprenta, «punto cer...