N. Ginzburg: Antón Chéjov
Natalia
Ginzburg: Antón Chéjov. Vida a través de
las letras.
Acantilado. Traducción de Celia Filipetto.
«Hacía mucho que no bebía champán» fueron las últimas palabras de Antón
Chéjov (Taganrog, 1860-Badenweiler, 1904). Falleció, igual que R.L. Stevenson,
a los 44 años. Punza asistir a su muerte física en estas páginas. Que ocurriera hace
más de un siglo no importa.
Ginzburg, con sobriedad impoluta, trenza vida y obras del gran maestro
ruso en un texto armónico, vívido y conmovedor. Imposible escribir semejante relato
vitaliterario sin intuir y comprender
profundamente al autor. Sin amarlo. Pero con la capacidad de distanciarse y
mantener, igual que hizo él, «los ojos secos».
El fondo de esta obra recoge el alma rusa y su arrojarse al mundo sin
blindaje contundente. En escena, la vida de Chéjov: su familia, las estrecheces
económicas, las continuas mudanzas, sus amistades, la tuberculosis, el
Chéjov médico y el Chéjov escritor. Moscú, Mélijovo, Yalta y los innumerables viajes en carros de caballos y
lentas locomotoras a lo largo y ancho de esa Rusia inmensa. El de mayor
recorrido condujo a un Chéjov ya enfermo hasta la isla de Sajalín, en los confines
de su patria.
Durante sus últimos años fue amigo de Gorki y Tolstói, con los que se reunió
con cierta frecuencia. Creo entender el afecto y la ternura que Chéjov despertaba; las palabras
de Tolstói («¡Qué hombre entrañable, qué excelente! ¡Modesto y tranquilo como
una jovencita!»); la pasión de Lika Mizinova; el amor de Olga Knipper; la
presencia constante de su familia; la devoción de su hermana. Su compasión por
los desprotegidos, su talento y —sobre todo— su falta de arrogancia, lo hacían digno de
aprecio, agradable en el trato y soportable en la convivencia. Todo ello lo
refleja magníficamente Ginzburg.
Mis ediciones de cuentos de Chéjov son viejas y humildes: Biblioteca
Clásica Espasa (1999), Biblioteca Básica Salvat-RTV (1970)… No sigo; me ataca cierta vergüenza y procuraré
actualizarme; en ese sentir sin tiempo que habita las narraciones de Antón
Pávlovich Chéjov.
* Para S. Bellver.
Comentarios
gracias Leonor,
Dbio