P. Fitzgerald: La flor azul
Penelope Fitzgerald: La flor
azul.
Impedimenta.
Traducción de Fernando Borrajo. Postfacio de Terence Dooley.
Es mi primera obra
de Fitzgerald, otra autora tardía: (comenzó a publicar a los cincuenta y ocho años). La vida doméstica —acaso— dilata
los tiempos y entorpece el devenir de la escritura. Trabajar en compañía de interrupciones ajenas es un infierno del que poco se extrae. A lo más,
frustración e impaciencia.
Fitzgerald levanta en La flor azul una biografía inusual, en la que el protagonismo del poeta romántico Novalis, personaje central, se funde con el de los caracteres que lo rodean.
Prosa ágil y directa, zigzags narrativos
y un aparente barullo argumental sustentan el relato. «Cada capítulo encarna una emoción, un pequeño drama humano irrepetible», en un conjunto sabiamente compuesto. Detalles cotidianos rocían el libro, así como vocablos alemanes no traducidos. Palabras
cuyo significado he buscado y ahora sé: Gutshof, Rausch, Zwieback, Pfuscherei.
Concluyo La flor azul mientras la primavera explota sobre mi cabeza. He podido contagiarme de cierta
hiperestimulación sensorial, pues siento que abandonar lo hermoso duele. No tengo
hambre y cierro la novela; pero solo me falta comérmela.
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