A. Kristof: La analfabeta
Agota Kristof: La analfabeta.
Ediciones Obelisco. Traducción de Juli Peradejordi.
Once recortes vitales, once textos. Agota Kristof (1935-2011) nació en Hungría, emigró a Suiza y escribió en francés. Fue autora, entre otras obras, de las novelas Claus y Lucas (El gran cuaderno, La prueba, La tercera mentira) y Ayer, del volumen de cuentos No importa y de multitud de obras de teatro.
(EXTRACTOS Y MICROCAVILACIONES)
E1. «Así es como, a
la edad de veintiún años, me enfrento a una lengua desconocida para mí. Empieza
mi lucha para conquistar esa lengua, una lucha larga y encarnizada que durará
toda mi vida. Por eso digo que la lengua francesa es una lengua enemiga. Pero
hay otra razón, y es la más grave: esta lengua está matando a mi lengua materna».
(En ‘Lengua materna y lenguas enemigas’).
MC1: Hablar una
lengua extranjera es caminar de puntillas: avanzar lento, cansarte rápido, por
todas partes terreno escarpado, constantes peligros. También: ver
flaquear tus otras lenguas. Pero a la vez: procesos de cambio, transformaciones
valiosas, chispas en el cerebro.
E2. «Presté Sí (de Thomas Bernhard) a muchos amigos
diciéndoles que nunca me había reído tanto leyendo un libro. Me lo devolvieron
sin acabarlo de tan “desmoralizadora” como les parecía esta literatura. Es
cierto que su contenido es terrible, pues este “sí” es ciertamente un “sí” a la
muerte y, por lo tanto, un “no” a la vida. (En ‘La muerte de Stalin’).
MC2. Nada muere, porque todo está vivo, porque todo está muerto.
E3. «¿Cómo habría
sido mi vida si no hubiera dejado mi país? Más dura, más pobre, pero también
menos solitaria, menos rota; quizá feliz. De lo que sí estoy segura es de que
hubiera escrito lo que fuera en cualquier lengua». (En ‘Personas desterradas’).
MC3. Avistar el
pasado desde el presente: inane tarea.
El futuro no se parece nunca a lo imaginado. Tanto hacia delante como hacia atrás: falla toda intuición, toda hipótesis, toda certeza.
E4. «Empieza el
desierto. Jornadas de trabajo tristes,
veladas silenciosas, vida solidificada, sin cambios, sin sorpresas. ¿Cómo
explicarles, sin ofenderles, que su bello país no es más que un desierto para
nosotros, un desierto que hemos atravesado para llegar a lo que se llama
“integración”, “asimilación”?». (En ‘El desierto’).
MC4. Antes: cafés, cumpleaños, reuniones sociales. Lo que mis ojos veían: frustraciones, teatros, envidias, vidas vacías de inmigrantes. Ahora, lejos de todo ello: vida más
auténtica, con menos lastres. La felicidad. Ah, la felicidad. Pinto un smiley.
E5. «Uno se hace
escritor escribiendo con paciencia y obstinación, sin perder nunca la fe en lo
que se escribe». (Sobre la gestación de El
gran cuaderno, en ‘Cómo hacerse escritor’).
MC5. Si la fe mordiera solo a quienes gozan de talento…
Pero prende en todo bicho, y se afianza tozuda entre
los incapaces.
E6. «Cinco años
después de haber llegado a Suiza, hablo francés, pero no lo leo. No sé cómo he
podido vivir sin leer durante cinco años. (En ‘La analfabeta’).
MC6. Binomios perversos. No leer = No escribir. Vivir sin leer
= Vivir en el destierro. Arrojada ahí fuera, lejos, a una vida superficial, mediocre y deshonesta.
Agota Kristof: el
tramo triste y encogido de mi yo.
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