M. Mayoral: La única mujer en el mundo
Marina Mayoral: La única mujer en el mundo.
Edhasa, 2019.
Edhasa, 2019.
Tejidos por el deseo
«Ahora tengo todo lo que deseo, más de lo que nunca me atreví a desear. Y no tengo miedo a perderlo».
Recuerdo a Marina Mayoral igual que recuerdo mi cuerpo, mi cuerpo y sus ansias, a los veinte años, cuando comencé a leerla, sumergiéndome en su literatura con ardor parejo al de quien se baña en el Jordán.
Eran otros tiempos, a finales del siglo anterior, con menos vidas vividas, con menos deseos colmados, y un horizonte joven, ingenuo, en el que ni la imaginación más desatada podía, ni por asomo, presentir el futuro.
Marina Mayoral hablaba y escribía con serenidad, desde un pazo sabio, sensual, bellísimo, sensible. Desde un estado reconocedor de nuestras constantes vitales, esas que tan dignamente traicionan los asideros de nuestra materia, por suerte para todos.
En La única mujer en el mundo, la autora, nacida en Mondoñedo (Galicia), vuelve a Brétema, lugar perenne de sus narraciones. Un pueblo mítico en el que todo cabe y todo tiene lugar, y del que sale toda forma de vida y de literatura. No se necesitan nuevayores para que suceda lo grande. Tampoco para lo pequeño. Con que aparezcan en la retaguardia es suficiente. Todo está en nosotros. Vamos y venimos. Nos influenciamos. La realidad cambia mientras una gran porción de ella permanece.
El entorno invita a la fusión de la acción con la naturaleza. El mar cercano, la presencia de prados y bosques, la lluvia y la luz tenue de los campos, el rumor del aire, los relojes de las torres. Esa armonía, recóndita, siempre presente en sus relatos, que sus personajes atraviesan y a la que permanecen expuestos.
Estructurada en tres partes, con capítulos breves precisamente datados, La única mujer en el mundo se escribe a varias voces con abundancia de diálogo. Un dialogar que roza, con frecuencia, la mayéutica, guiándonos hacia la comprensión auténtica del devenir anímico de los personajes. Damián, Luz Áurea, Adolfo, Amara y Marcos se nos descubren. Sus vidas se entrelazan, física y emocionalmente. Y aunque no hay tramo de existencia libre de tragedia o dolor, ellos crecen. Crecen por la vía de los deseos, hacia ellos mismos y hacia la libertad.
No sé si quien escribe es consciente de lo que los lectores aprehendemos a través de sus obras, de su involuntario hálito docente. Mostrar, enseñar. Ensanchar caminos, contribuir al descubrimiento y a la toma de conciencia. Recoger nuevos impulsos en aguas desconocidas. Arrojarse al curso de la vida. Tejerse en el deseo. Trenzarse con él. Vivir por él.
Un narrar puro, sin trampas, con voluntad de sugerir pero no de imponer, y mucho menos de ocultar.
Tengo mucho que agradecer, y quiero que se note, a Marina Mayoral. Incluido el placer de distinguir las forsitias.
* Texto publicado el 23/04/2019 en Estado Crítico.
Tengo mucho que agradecer, y quiero que se note, a Marina Mayoral. Incluido el placer de distinguir las forsitias.
* Texto publicado el 23/04/2019 en Estado Crítico.
Marina Mayoral (1942) es novelista y catedrática jubilada de Literatura Española de la Universidad Complutense de Madrid. Escribe en gallego y en castellano. Entre sus numerosos trabajos de investigación destacan los dedicados a Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán, así como sus análisis de poesía y prosa contemporáneas. Colabora semanalmente con La voz de Galicia. Ha publicado más de una veintena de novelas y libros de cuentos. Algunos de sus títulos más célebres son Recóndita armonía, Dar la vida y el alma, Deseos o Recuerda, cuerpo.
* Para R. Mayoral, que me acompañó en los noventa.
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