A. García-Villalba: Homoconejo
Alfonso García-Villalba: Homoconejo.
E.d.a. libros. Colección Los días terrestres.
Murcia es la provincia española en la
que nunca he puesto las piernas. Nada de lo que allí acontece —sus polígonos
industriales, la calina suspendida, su aura
hortícola— tiene en mi cabeza parámetros demostrables, visos de realidad. Santo
Tomás.
Cierto es que en mi boca baila una gota
dulce de sangre derramada por algunas muestras —meritorias— de literatura murciana.
Pero Murcia, al fin y al cabo, luce (para mí) en el centro de un laberinto,
ocupando una dimensión misteriosa y lejana.
«Según M, escribir consiste básicamente en
empezar a usar palabras y comprobar adónde puedes ir con ellas. Algo así como
lanzarse a ver qué pasa. [...] El proceso de escritura hace que la idea se
adapte a la realidad y a los medios con que se cuenta».
Querido credo:
No estoy en desacuerdo
con lo entrecomillado.
El laberinto «… es una caja donde todo el
sentido se impregna de duplicaciones, bifurcaciones, un lugar donde el vórtice
espacio-temporal arma su juego insano de repeticiones esquizoides». Homoconejo encierra cine, arte, alteraciones
perceptuales; sentidos y contrasentidos; deseo-líquido-amniótico; «una
gramática onírica»; vínculos intergalácticos.
Un lepórido antropomorfo guía el paso por el mundo-madriguera. Dédalo el proyectista: arquitectura maciza. La
realidad enredada. Un relato esquizorrealista «donde no hay moraleja».
Busquen a este lagomorfo. Ingerido antes de
dormir pondrá en jaque su vida onírica. Evocarán ese sexo, «pálido y profundo».
Y lo que es mejor: dudarán de todo.
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