M. Á. Oeste: Vengo de ese miedo


 

Miguel Ángel Oeste: Vengo de ese miedo.

Tusquets Editores, 2022.

 

Mi cuerpo se tensa al escribir estas líneas. Quizá porque yo también vengo de ese miedo. Para narrar el infierno, dice Neige Sinno, hay que haber salido de él. Dejar atrás una casa, haber cerrado una puerta.

 

No es el punto de partida en esta historia donde no se ocultan ni la rabia, ni el rencor, ni el odio, ni el miedo. Sobre todo, el miedo. Esa herida supurante del maltrato. Una víscera infectada que mutila y paraliza. Que al menor despiste, todo lo corroe.

 

«Quiero matar a mi padre», nos dice —y se repite a sí mismo— el narrador. Y parece que a través de este mantra doloroso va encontrando el coraje de adentrarse en la negrura del pasado. Su viaje particular a una ansiada sanación a la que su paternidad reciente incita.

 

Golpe a golpe, recuerdo a recuerdo. Para tratar de entender cómo pudo pasar aquello, de dónde viene el yo que somos. Estas piezas rotas. Los desechos que tiñen la sangre de vergüenza.

 

Un padre y una madre monstruosos. Una casa inmunda. Gritos, desprecios, palizas. Más allá (por ahí, por dentro): la total desprotección, la indefensión frente al abuso. Un recelo de por vida, una culpa constante, un perdón que no llega.

 

«Las puertas de la infancia y juventud son las huellas de no sentirse amado. Lo que solo uno sabe porque el cuerpo nunca miente».


El aire del Oeste —del ocaso— barre sombras y ayuda-a-res-pi-rar.

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