J. W. von Goethe: Las afinidades electivas
Johann Wolfgang
von Goethe: Las afinidades electivas.
Cátedra, Letras Universales. Edición y traducción de Manuel José González
y Marisa Barreno.
«Es tan decisorio el papel de la casualidad: triunfa lo irracional y
fracasa lo razonable; suerte y desgracia acaecen de forma inesperada por igual».
(Goethe: Máximas y reflexiones)
En la producción
goethiana, Las afinidades electivas (titulada
en un principio Los renunciantes) fue
eclipsada por el joven Werther y la
complejidad madura de su Fausto, lo
que me parece una lástima, pues si de algo no carece esta obra es de esplendor.
A punto de cumplir
sesenta años y presa de un nuevo arrebato romántico-carnal (la jovencísima Minna Herzlieb), Goethe es seducido por «las
afinidades y el estricto
comportamiento de los elementos químicos».
Lo que la ciencia de la época muestra a nuestro amigo G. parece claro: no
hay partícula inmóvil en el universo, toda molécula se ve afectada por la
presencia de otra molécula. El cambio es inevitable e imparable. El control de lo que nos acontece queda lejos de nuestra voluntad.
A la luz de esta vela reflexiona
Goethe sobre la fortaleza o estabilidad de las uniones (matrimoniales) y plantea
su cuadro amoroso, en el que nada acaba como empezó.
Rara es una decisión no propulsada por afectos de algún tipo. Constatamos
las pasiones —siento, no siento— pero se nos resisten a la justificación racional. Seguiremos en la ignorancia, parece decirnos G., sin que importe con cuánta sensatez empolvemos la
existencia.
Lo expresó en otros textos: «Me llaman maestro y hasta doctor y diez años
llevo ya zamarreando a mis discípulos y veo que no podemos saber nada…». (Fausto, primera parte).
Eso.
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