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Mostrando las entradas etiquetadas como Acantilado

J. Ayesta: Helena o el mar del verano

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Julián Ayesta: Helena o el mar del verano. Acantilado. Sobran los paraísos de ficción si se puede evocar de esta manera, con la luz hecha letra. Leer, respirar. Su lirismo y brevedad narcotizan. Todas las vísceras se ensanchan a la vez. El amor. La naturaleza. Aquellos muchachos. La piel de los veranos inmensos. Helena o el mar del verano (1952) fue la única novela publicada por el gijonés Julián Ayesta (1919-1996). Cien escasas páginas de estructura cíclica (‘En verano’, ‘En invierno’, ‘En verano otra vez’) que sobreviven a la historia y a la crítica de un país no siempre clemente con sus creadores. «Yo me acerqué a la cama de Helena. Olía tibiamente como los nidos con crías. Helena dormía con la cara en la almohada y su largo pelo rubio recogido sobre la espalda. Respiraba muy despacio, tan suave que me remordía la conciencia arrancarle las sábanas para empezar la batalla». El relato es sencillo, el lenguaje también. En primera persona, asistimos al romper de la p...

N. Ginzburg: Y eso fue lo que pasó

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Natalia Ginzburg: Y eso fue lo que pasó . Acantilado. Prólogo de Italo Calvino. Traducción de Andrés Barba. «Pensaba que en mi vida no había hecho otra cosa que mirar fijamente en aquel pozo oscuro que había en mi interior». Cuesta volver a escribir. Cuesta volver a casi todo lo que se abandona. Y eso fue lo que pasó fue la segunda novela de Ginzburg ( È stato cosí , en el original). La publicó en 1947, tres años después de que Leone, su primer marido, muriera torturado en Roma. A él va dedicado el texto, cuya brevedad no ahorra desesperación ni penumbra. «Intentaba escribir a pesar de mi infelicidad, sin dejar que enturbiara las cosas que escribía. Aunque para llegar a ese punto es necesario que la infelicidad sea en nosotros una conciencia absoluta, inexorable y mortal», dijo la autora años más tarde sobre esta obra. Después de cuatro años de matrimonio, una mujer (protagonista de la que no llegamos a saber el nombre) mata ...

N. Ginzburg: Antón Chéjov

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Natalia Ginzburg: Antón Chéjov. Vida a través de las letras. Acantilado. Traducción de Celia Filipetto. «Hacía mucho que no bebía champán» fueron las últimas palabras de Antón Chéjov (Taganrog, 1860-Badenweiler, 1904). Falleció, igual que R.L. Stevenson, a los 44 años. Punza asistir a su muerte física en estas páginas. Que ocurriera hace más de un siglo no importa. Ginzburg, con sobriedad impoluta, trenza vida y obras del gran maestro ruso en un texto armónico, vívido y conmovedor. Imposible escribir semejante relato vitaliterario sin intuir y comprender profundamente al autor. Sin amarlo. Pero con la capacidad de distanciarse y mantener, igual que hizo él, «los ojos secos». El fondo de esta obra recoge el alma rusa y su arrojarse al mundo sin blindaje contundente. En escena, la vida de Chéjov: su familia, las estrecheces económicas, las continuas mudanzas, sus amistades, la tuberculosis, el Chéjov médico y el Chéjov escritor. Moscú, Mélijovo, Yalta ...

L. Tolstói: Confesión

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Lev Tolstói: Confesión . Acantilado. Traducción de Marta Rebón. Tras un verano marcado por la muerte y sus sicarios (enfermedad, vejez, la suerte y sus pestes), leer a Tolstói reconforta: no hay manera de alcanzar su paz de espíritu pero es fácil simpatizar con sus zozobras. La nada está ahí — aquí —, y fría o caliente nos espera. «La verdad era que la vida es un absurdo. Delante de mí no había nada excepto mi ruina. Y esto aconteció en un momento en que estaba rodeado de lo que se considera la felicidad completa; cuando aún no cumplía cincuenta años». En el cénit de su vida (goza de salud, es un escritor respetado), Tolstói atraviesa una honda crisis de conciencia. Busca, con ahínco, desbaratar los «hilos sutiles de mentira» con los que está entretejida la verdad.  Mentirse a uno mismo no tiene sentido y ninguna de las posturas (ignorancia, epicureísmo, suicidio o desencanto) observadas entre quienes lo rodean le satisfacen. La vida es una cripta envenenada, la muerte...

S. Zweig: Novela de ajedrez

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Stefan Zweig:  Novela de ajedrez. Acantilado. Traducción de Manuel Lobo. Schachnovelle !, descubre mi marido. La leyó para su asignatura de alemán hace más de dos décadas, en esa zona bilingüe y fronteriza donde se crió. Asegura que no tuvo influencia en su vida, pero juega bien al ajedrez y se hizo matemático. Que un libro condicione la existencia es proyección mía,  por supuesto . ¡Un LIBRO!, exclama conmovido el protagonista de esta novela fugaz. Llevaba meses apresado por los nazis, sometido a la tortura de la reclusión e incomunicación absolutas. «Nada en el mundo puede oprimir tanto el corazón del hombre como la nada » . El librito describía partidas de ajedrez. La identidad maltrecha atrapando migajas de cordura. La lógica y el pensamiento estratégico esquivando la desesperación. Novela de ajedrez  posee el refinamiento de una fórmula científica envuelta en el brillo de una sinfonía de Mozart. Zweig embruja aunando facetas. * Agradezco...