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Mostrando las entradas etiquetadas como Bartleby Editores

I. Bono: Me muero

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  Isabel Bono: Me muero. Bartleby Editores, 2021. Prólogo de Juan Marqués.   De-to-na-ción. Los títulos de Me muero siguen fielmente el alfabeto con excepción de la b, j, k, o, w, z. Podríamos agitar todas las letras y lanzarlas por los aires de la fatalidad . Podríamos rodar por un desagüe, sellar heridas con fuego, expulsar agua sucia. Tomar un vaso de leche y «volar con una piedra atada al cuello». O también podríamos no hacer nada, solo morir, mientras contemplamos   pájaros, árboles, grúas, trenes, charcos, palmeras, insomnios, ciudades, insectos.    «Yo creía que el dolor / alimentaba / y que siempre me sabría a poco».   Todo se pierde y se gasta. Y de ahí la prisa, el temor, las preguntas. Porque: «¿y si no hay dolor? / ¿y si no hay siquiera dolor?».   En la poesía de Bono nada es irreconciliable, ni permanece intacto, ni se presenta entero. De su viaje interior se sale contrahecha, pero ella, en contradicción a...

R. Acquaroni: La casa grande

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Rosana Acquaroni: La casa grande. Bartleby Editores, 2018. Utrecht, mitad de noviembre. La autora llega temprano y trabaja hasta acabada la tarde. La corriente de su poemario inunda un local cercano al Domtoren . El oído, alerta (quién sabe qué se manifestó antes: la palabra o la música). Acogida y memoria templan la sala. La hija habla . Una ola sensible prende. «A Manuela Muñoz, mi madre». Una madre que decía: «De la obediencia no se sale indemne» . O «Me ataron con correas y me apagaron la luz». La hija no es víctima, es testigo, aunque esa posición no esté exenta de dolor. Su mirada guarda el pasado y regresa cuando el tiempo ha dado su salto requerido. Construye entonces La casa grande . Para dar abrigo a la madre, a la memoria de la madre. A la vida previa a la hija. Al encierro sufrido en un periodo poco amable con las mujeres. El primer verso hace de título en cada poema. Versos-matriz, uterinos, dispuestos a blandir las hojas necesarias para contar lo que ...

I. Bono: Pan comido

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Isabel Bono: Pan comido. Bartleby Editores. Prólogo de Juan Pardo Vidal. «Si el mar es el mismo, ¿por qué no descanso?». «No te pares, dijo, porque moverse sostiene». Lo empecé descentrada, al sol de julio, en un escenario lúgubre: casa grande, miedo grande, tú en la sombra, esperanza chica. La larga nostalgia. El corto verano. Los inmensos títulos. Bono escribe consciente de la irrealidad que construye, y por ello precisamente convence. Un relato recordado, fiel a los hechos (quizá), pero ante todo, creado a golpe de pulsión poética y autoconocimiento.  Racionalidad y visceralidad se enriquecen y desmiembran mutuamente. Afectos revueltos, irresueltos. Revelaciones. Representaciones que escuecen. «Si supieras qué absurda me parece esta sombrilla  y estas estrellas (de mar) movidas por ningún amor. Qué absurdas esas risas el calor y los filtros solares. Yo quería tormentas, no este sol espléndido». Vivir es el jue...