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G. Perec: Un hombre que duerme

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Georges Perec: Un hombre que duerme . Impedimenta. Traducción de Mercedes Cebrián. Puedo llorar ocasionalmente con un libro, pero nunca se me habían empañado los ojos leyendo una solapa interior. La infancia de Perec no es para menos: padre y madre exterminados en la Segunda Guerra, él adoptado, luego un poco más de vida y adiós, devorado a los 46 años por un cáncer de pulmón. Escrito en segunda persona, un estudiante de la Sorbona decide expatriarse de su hábitat, limitarse al perímetro de su cuartucho y sus paseos fantasmales por París. La ciudad, su buhardilla, Le Monde, sus Gauloises. Ocupar «un paréntesis venturoso», volverse neutro. Abandonar las máscaras, las etiquetas, los grandes proyectos ,  el camino recto,  el entusiasmo,  los requerimientos . Impedimenta, como siempre, nos agasaja. Con literatura de primera clase envuelta en arte misceláneo.  Me quedo con un espejo quebrado, con una pared desconchada, con seis calcetines flotando en u...

Y. Herrera: La transmigración de los cuerpos

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    Yuri Herrera: La transmigración de los cuerpos . Periférica. Vuelvo a Yuri Herrera, a ésta su última novela, como quien regresa a un amante prodigioso. Porque sí: su escritura hace palpable el idioma, lo transmuta, lo somete a procesos de aceleración celular en la probeta de su particular laboratorio. El resultado suena a lo que no existe, a frontera, a elevación espiritual y pulposa de la carne, a terreno inalcanzable para los humanos. Leer a Herrera es sentir un cosquilleo progresivo en la nuca. Terminar con la cabeza taladrada. Asomarse al borde del barranco. En algún momento alguien nos empuja y plaf, nos vamos al carajo. Les dejo la primera frase para que, como el Alfaqueque cuando se entrega a la Tres Veces Rubia, deseen tener a mano un condón que les evite desparramarse por completo:  «Lo despertó una sed lépera, se levantó y fue a servirse agua pero el garrafón estaba seco y del grifo escurría nomás un hilo de aire mojado.» ...

R. Montero: La ridícula idea de no volver a verte

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Rosa Montero:  La ridícula idea de no volver a verte . Seix Barral. Biblioteca Breve. Marie Curie (Manya Skłodowska) descubrió el radio y el polonio y fue la primera persona galardonada con un Nobel en dos distintas disciplinas, física y química. Por desgracia, eso no fue todo: a los 38 años perdió a su marido, Pierre, padre de sus dos hijas e íntimo colaborador científico . A raíz de esta muerte Marie redacta un breve diario, apenas 30 páginas cargadas de duelo y aflicción dirigidas a Pierre — su Pierre —, sobre las que Rosa Montero iza la biografía de una hembra genial, una de las científicas más brillantes del siglo XX. Tal vez algo sepamos del amor y las pasiones de poetas y escritores, pero todo lo ignoramos de las pulsiones que agitan las mentes de pensamiento lógico y ordenado, de esos seres guiados por el afán de comprensión racional del mundo y la naturaleza. Juzguen por sí mismos: «Pierre mío, la vida es atroz sin ti, es una angustia sin nombre, un de...

C. Lispector: Descubrimientos

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Clarice Lispector: Descubrimientos . Crónicas inéditas . Adriana Hidalgo editora. Traducción de Claudia Solans. Lispector me intimida. La inclasificable, la única, la exquisita. La escritora del no-estilo , como ella misma se definía. Me gustaría (ad)mirarla en silencio —a la Lispector viva— mientras leo a la muerta: su belleza, su misterio, su prosa nítida anillada al humo de su cigarrillo. Wikipedia en inglés la presenta como « the most important Jewish writer since Franz Kafka ». Pero hay otro modo de verla: Lispector es K, otra K. Una maga. Estos Descubrimientos completan sus crónicas publicadas en el Jornal do Brasil entre 1967 y 1973*. Redactadas a continuación del accidente que la desfigura y casi despoja de una de sus manos y poco antes del diagnóstico del cáncer de ovarios que la mata. «Lo que pasó fue muy triste y prefiero no pensar en ello», zanja rápida. Dice cosas así: «Para escribir, tengo que prescindir». «El estilo es un obstáculo. Yo no q...

C. Usón: La hija del Este

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Clara Usón: La hija del Este . Seix Barral, Colección Booket.   La hija de Ratko Mladić, el carnicero de los Balcanes, se suicidó en el auge de las Guerras Yugoslavas disparándose en el cráneo con la pistola familiar. Padre e hija mantenían una estrecha relación. Se dice que esta muerte llevó a Mladić al paroxismo bélico que culminaría en la masacre de Srebrenica. Hubiera querido leer La hija del Este cuando tomaba clases de conducir con Zdravko, un exiliado serbio al que la guerra impidió ser ingeniero. Apresaron a Mladić poco antes de mi primer examen, pero hablar del pasado punzaba: demasiado confuso, demasiado dolor. La obra de Usón está llena de méritos y nos arrastra a las tripas del conflicto. La fusión humana que Tito impulsó no trajo la armonía deseada: el pasado fue regurgitado en toda su crudeza. La locura étnico-religiosa volvió a prender llama, atizada por el odio y los sueños de grandeza de un puñado de almas...

J. Fante: Llenos de vida

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John Fante: Llenos de vida .  Anagrama. Traducción de Antonio-Prometeo Moya. Llego a John Fante por su hijo Dan, autor de Fante. Un legado de escritura, alcohol y supervivencia (Sajalín editores), aunque fue Bukowski quien lo rescató del olvido en los setenta al aludir a él como su gran influencia literaria, «su dios». Publicada en 1952 en un Estados Unidos donde se fuma hasta en la sala de partos, Fante narra en Llenos de vida los meses previos al nacimiento de su primogénito. Es su cuarta obra y ninguna ha tenido gran éxito. Tardaría veinticinco años en volver a publicar. Hacía mucho que no reía con un libro y me sorprende el descubrimiento: el hombre capaz de arruinar una vida en veinte palabras ( sic ) está dotado, como escritor, de una extraordinaria vis cómica. Hay diálogos brillantes y alguna imagen de oro: «El pelo húmedo le colgaba como un trapo de fregar», pero sobre todo escenas hilarantes: el viaje en tren y taxi con su padre, la preparación del caf...

M. Duras: Escribir

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Marguerite Duras: Escribir. Tusquets Editores, Fábula. Traducción de Ana Mª Moix. Solía leer a Duras en periodos de exámenes.  Aquella biblioteca con volúmenes al alcance de la mano invitaba a la lectura. Era fácil hallar mesa y devorarlos in situ, sin mediar préstamo alguno.  Sus obras, consumidas como sándwiches durante las pausas de estudio, me aportaban bastante más que los apuntes universitarios. Duras. Portentosa madame de lo escueto que esparce su prosa a dentelladas. Hermana en nombre y casta de otra gran Marguerite, Yourcenar. Un escritor «es algo extraño, una contradicción, un sinsentido». Cuando se extrae todo de uno mismo  — todo un libro — , se vive una soledad que no se comparte con nadie, una locura que a veces no se ve, sólo se presiente. Escribir es un «delirio personal» que casi nada detiene. Duras rechaza las obras sin «poso alguno, sin auténtico autor, sin noche». La verdadera escritura se incrusta en el pensamiento y ...