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N. Ginzburg: Y eso fue lo que pasó

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Natalia Ginzburg: Y eso fue lo que pasó . Acantilado. Prólogo de Italo Calvino. Traducción de Andrés Barba. «Pensaba que en mi vida no había hecho otra cosa que mirar fijamente en aquel pozo oscuro que había en mi interior». Cuesta volver a escribir. Cuesta volver a casi todo lo que se abandona. Y eso fue lo que pasó fue la segunda novela de Ginzburg ( È stato cosí , en el original). La publicó en 1947, tres años después de que Leone, su primer marido, muriera torturado en Roma. A él va dedicado el texto, cuya brevedad no ahorra desesperación ni penumbra. «Intentaba escribir a pesar de mi infelicidad, sin dejar que enturbiara las cosas que escribía. Aunque para llegar a ese punto es necesario que la infelicidad sea en nosotros una conciencia absoluta, inexorable y mortal», dijo la autora años más tarde sobre esta obra. Después de cuatro años de matrimonio, una mujer (protagonista de la que no llegamos a saber el nombre) mata ...

Trapos sucios

«Mi padre es mi madre y mi madre es mi padre». Se lo decía a otras niñas sin entender mucho de géneros y roles. Decía lo que sentía: era mi verdad. Qué modelo de madre pudo tener mi padre, que perdió a la suya a los once años, no lo sé. De niña recibí de él su cariño y un mar de emociones que arropé durante bastante tiempo con el nombre de ternura. A cambio yo le brindaba mi amor incondicional. Que mi padre muriera era el más terrible de los pensamientos, mucho peor que el de mi propia muerte. Supongo que esta relación paternofilial condicionó de por vida mi trato con los hombres: siempre he tenido buenos amigos, amigos verdaderos varones. Sin esa huella masculina, mi biografía sin duda sería otra. Mi madre. Universitaria, formada, mi madre representaba la frivolidad, la hipocresía y la despiadada razón. También la crueldad, el narcisismo y el maltrato. Simpatía y generosidad impostadas fuera de casa, manipulaciones y abusos de todo tipo en el interior de ella. Un ser frustrad...

Andanzas: Pablo y Neruda

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Enrique Robertson: La pista "Sarasate". Gobierno de Navarra. Dpto. de Cultura y Turismo. Institución Príncipe de Viana. Jan Neruda, Jan Neruda. ¡Nada de Jan Neruda! Érase una vez... Delicioso ensayo. 83 páginas. Su autor, Enrique Robertson: chileno, residente en Alemania, médico psiquiatra. Publicado por un gobierno de provincias. Alcance de la tirada: incierto. Neftalí Reyes. Martín Melitón. Lady Halle. Sherlock Holmes. De pequeña quería ser detective. No tanto por resolver enigmas, sino por destapar la interconexión en que flotamos. Ver cómo lo ínfimo lleva a lo grande; lo casual a lo causal; o cómo el silencio expresa lo que calla la palabra. ¡Chhhssst! Es cruel contar más. Den ustedes con el libro, deshebren el trazo del hilo dibujado. Internet provee el camino fácil: XXXXX . Pero recuerden: pueden saltárselo.

Andanzas: Don Quijote de Manhattan

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Marina Perezagua: Don Quijote de Manhattan (Testamento yankee). Los libros del lince/Lince Ediciones. Perezagua nació en Sevilla y vive en Nueva York, escenario de esta historia que transcurre en «la más salvaje selva: Manhattan». En los últimos años ha publicado dos libros de relatos ( Criaturas abisales , Leche ) y la novela Yoro (premio Sor Juana Inés de la Cruz 2016), todos ellos con Los libros del lince. Don Quijote y Sancho, emergidos sin que importe cómo en el siglo XXI, transitan por la ciudad de los rascacielos con La Biblia , sus galas antiguas (modernizadas primero, luego reducidas a puros cueros) y el zurrón de ideales que el Caballero de la Triste Figura y su escudero portaban ya en tiempos de Cervantes. Febreros al cierzo. Caballo Blanco (Pamplona) La joven Dulcinea la reemplaza Perezagua sabiamente por Marcela, aquella pastora bella y libre del relato cervantino, convertida aquí, en la ciudad donde todo es posible, en la Torre de la Lib...

A. Kristof: No importa

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Agota Kristof: No importa. El Aleph Editores. Traducción de Julieta Carmona Lombardo. «Afuera, en el exterior, no había nada. Gritos, estrellas, y nada más.   Y todo aquello era descolorido como una bofetada». Para conseguir estos cuentos tuve que hacerme socia de una biblioteca en mi lejana ciudad natal y desplazarme a un pueblo de sus alrededores. —Busco No importa , de Agota Kristof. No lo encuentro en la sala. ¿Lo tienen? —Sí que está. Pero hay que bajarlo del parnaso. —¿Del parnaso? —Del piso superior. Ahora se lo traigo. Escribir sobre esta autora resulta más fácil que muchas otras cosas, como por ejemplo, conducir o educar hijos. No importa reúne veintiséis relatos de Kristof (1935-2011). Fueron publicados por El Aleph en 2008 y no han vuelto a editarse, lo cual es una lástima. Kristof, invariablemente, parece divertirse. En sus páginas todo está permitido. El lector se expone —desde el inicio y como en la vida— a la posibilidad...

H. G. Navarro: La vuelta al día

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Hipólito G. Navarro: La vuelta al día. Páginas de Espuma. Prólogo del autor.   Hay veces en las que una no quisiera escribir texto alguno sobre libro ninguno sino abrazar a su autor, como es el caso; y expresar, con una mirada, aquello que tan torpemente adquiere forma de palabras. Cada mochuelo a su olivo, cada pájaro a su nido, cada sardina a su mar. En el frío del invierno, me arrimé a este braserillo —de páginas de picón—. Con un mantón claro avivé su fuego. De su lumbre escaparon paisajes, héroes, glorias y memorias . También alguna intrépida «nota azul». Se escribe desde lo que se es, desde donde se está, con lo que se tiene. Que la literatura encuentre luego su puente. M áscara sin máscaras, La vuelta al día es brasero, camilla y faldón. Escribir es jugar con las piedras (y peñas) del camino. Voltearlas. Empujarlas. Asestarles pequeños puntapiés. Salvo para unos pocos, no hay pureza ni virginidad en el acto creativo. Una primera vez no se ...

C. Peri Rossi: Las replicantes

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Cristina Peri Rossi: Las replicantes . Ediciones Cálamo. «Nadie sale de la guerra / ni del amor / ilesa». Si algo me gusta de la lengua española son sus vitales sonoridades. Cristina Peri Rossi fue mi mundo descubierto después de la universidad, en un curso sobre escritoras en lengua castellana cuyos apuntes aún conservo . Recuerdo una intuición (su rumor) en el oído: «Percibe, ábrete, escucha; no será una escritora más —alguien más— ; querrás leer su obra entera; cambiará tu interior como no imaginas».   Decir cuántas vueltas da la vida sería pisar sitio falso —por común—. L o común no existe. Mejoremos la expresión : empujones insólitos, mordeduras inesperadas, cortes en carne viva. Las replicantes son poemas enlazados con amor verdadero: cavando tragedia y ventura, formando túneles hacia el deseo, el recuerdo, el entorno, la réplica, la ausencia. Poemas hondos y directos: tanta vida duele, nos duele. En la otra cara: la ironía, el h...