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C. Lamarche: La memoria del aire

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Lo que explota La memoria del aire fue el segundo título de Tránsito, editorial nacida en 2018 y que, golpe a golpe, está lanzando ante nuestros ojos un catálogo personalísimo y de notable interés. Fue asimismo la primera obra de Lamarche (poeta y novelista francófona) traducida al español, aunque hemos oído que Nórdica publicará este 2020 El día del perro . Dos partes perfectamente engarzadas componen este poético —y duro— relato autobiográfico. La primera, la historia de un brazo amoratado, se estructura en dieciséis piezas breves. La segunda, algo menos extensa, es la historia de una violación; una violación previa al cárdeno brazo. Uno de los valores de este texto, reflexivo e indagador, a ratos onírico, reside en la presencia de lo que no puede explicarse. Ese aire destacado en el título, y que opera como fiel testigo de lo impalpable (aunque real): «La memoria del aire conserva todos nuestros gestos, todas nuestras palabras y hasta los gestos y las palabra...

Ubicación: 2020

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Terminé 2019 con varias buenas lecturas, ninguna obra gigante y bastante letra que me dejó indiferente. Con 2020 a 15 de enero, me abstengo de presentar ya albarán alguno de libros leídos. Prefiero, si me lo permiten, compartir una porción de textos por venir en este año entrante todavía. Una nota de primeras intenciones y adquisiciones. Mal que bien, abren el camino. Theodor Kallifatides: Otra vida por vivir. Caroline Lamarche: La memoria del aire. Vigdis Hjorth: La herencia. Yuri Herrera: Diez planetas. Idea Vilariño: Poesía completa. Agota Kristof: La hora gris y otras obras ; El monstruo y otras obras. Marina Perezagua: Seis formas de morir en Texas. Elisa Ferrer: Temporada de avispas. Enrique Gavilán: Cuando ya no puedes más. Elena Fortún: Lo que cuentan los niños. Miguel de Unamuno: Niebla. Fernando Colina: Sobre la locura. Sanmao: Diarios del Sáhara. Anne Carson: Hombres en sus horas libres. Elena Garro: Cristales de tiempo. Sergio...

E. Roca Barea: 6 relatos ejemplares 6

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Ópticas «Ninguno ve el mundo más allá de su propia ciénaga». No he leído, aunque me gustaría, Imperiofobia y leyenda negra , de María Elvira Roca Barea , la autora que hoy aquí nos trae, y que Siruela publicó en 2016. Tampoco Fracasología , el ensayo más reciente de esta misma autora, galardonado con el Premio Espasa 2019. Siento escasas simpatías hacia Lutero (a la biografía sobre Erasmo de Stefan Zweig les remito), y cualquiera que haya leído Historia y verdad de Adam Schaff sabe cuán difícil resulta integrar y examinar, con mínimo rigor, las distintas voces en torno a un asunto. Roca Barea, licenciada en Filologías Clásica e Hispánica y doctora en este campo por la Universidad de Málaga, ha destacado durante los últimos años como articulista, conferenciante e investigadora. Muchos ojos críticos se le han echado encima, cosa que ella seguramente presagiaba, pues toda nueva luz arrojada sobre tierra firme escuece. Polémicas aparte, y aunque inspirado...

M. Desbordes: El vestido azul

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Romper lo roto Necesito librarme de la inquietud y congoja que me ha provocado la lectura de esta obra. Puede que incluso sea el motivo principal de esta reseña. Que no te dé la vida todo aquello que eres capaz de soportar . Que no se te acumulen las desgracias. Michèle Desbordes (1940-2006), escritora francesa poco traducida aún al castellano, da forma, a través de un exquisito yo abstracto, al más recóndito interior de Camille Claudel . Camille (1864-1943), «pequeña y menuda, con aquella belleza de la que todo el mundo hablaba» y Paul Claudel (1868-1955), aquel alma tan parecida a la suya y que tendrá una existencia tan diferente, fueron hermanos. Él sería el único familiar que la visitaría —cada vez más espaciadamente— en los sanatorios en los que fue encerrada de por vida (Cille-Évrard primero, luego Montdevergues). De todas las miserias posibles, Camille padeció una generosa porción. La compenetración que sentían Camille y Paul en la infancia —y que con...

H. Peeters: Malva

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El limbo y el dolor «Yo soy aquello que nadie desea recordar y en ello reside precisamente la razón de mi existencia: recordarle a todo el mundo la posibilidad de que algo salga mal». Es la primera vez que reseño dos veces un mismo libro. Si lo hago es porque no estoy segura de este último dato. Autora y título coinciden; la lengua y la fecha de edición, no. Leí Malva en 2015, cuando se publicó en neerlandés , su lengua original, y esa lectura fue, ante todo, una inquietante experiencia lírica. Más allá de lo narrado —el abandono por parte de Neruda de su única y enferma hija—, aquello era una caída por rápidos incómodos de creatividad desbordante, puro hechizo lingüístico. El qué, el cómo y el cuándo en perfecta simbiosis. Un bofetón estético bien dado por la mano de una de las mejores poetas neerlandesas actuales, Hagar Peeters. (Informo del título de su último poemario: El escritor es una madre sola , 2019). Al abrir Malva en español no sabía, por tanto,...

Andanzas: Gavia (S. Bellver)

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Mi viena fue siempre un bollo de pan «…para el nómada genuino, todo es hogar, todo es país y nada es patria». Octubre. Terminó ya el verano y en el próximo párrafo retrocederé a junio, su tierno principio. Fue un verano extraño y sin bolígrafo. Los dos con los que salí de viaje se gastaron al poco y no hubo forma de conseguir repuestos: me olvidaba de comprarlos, me negaban su préstamo… Tuve que habituarme precipitadamente al portaminas para tomar notas y preguntarme si un verano a lápiz llega a ser imborrable alguna vez. Volvamos por tanto al mes de junio, momento en que llegó a mis manos Gavia , primer poemario de Sergi Bellver. Es la tercera obra publicada por el autor después del volumen de cuentos Agua dura (2013) y de unas hermosísimas Variaciones sobre Budapest (2017). Semejante título — Gavia— pide quizá ser leído sobre el mar y no en el aire, como fue el caso. Austrian Airlines , vestida de rojo y de música de vals, me empuja a acomodarme junt...

P. Cerda: Violeta y Nicanor

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Dos hermanos y un país de fondo Recibí esta novela (postal dedicada incluida) hace algo más de un año desde Berlín. Me la envió su autora, Patricia Cerda, chilena de nacimiento y residente en Alemania desde los doce años. Como el de tantos otros autores, su nombre era nuevo para mí. Confieso que empecé a leer con una desconfianza que aún no sé a ciencia cierta de dónde procedía. ¿Una seguridad excesiva en los breves correos que cruzamos? ¿Una personalidad calculadora? Elucubraciones sin mucho sentido. Al final de este texto encontrarán un intento de respuesta. Por aquellas fechas, además, me hallaba supervisando el trabajo de literatura de una alumna chilena para quien Nicanor Parra era lectura prescrita. Junto con el fallecimiento del poeta en enero de ese mismo año (hablamos de 2018), la llegada del libro me pareció una amable coincidencia. Quiero empezar por subrayar que las cuatrocientas cuarenta y ocho páginas de Violeta y Nicanor no parecen ...