A. Neuman: Patio de locos

Andrés Neuman: No sé por qué y Patio de locos.
Pre-Textos.

No sé por qué me precipito al segundo poemario. Tren dirección Ámsterdam, 6 de julio, dos de la tarde. Verano rugiente en Holanda. Temperatura del aire: 25 grados. Veo vacas, ovejas, sus crías. Veo un cementerio. El revisor pica billetes. Todo parece sensato.

Es la misma estación de hace una década: otro patio de locos. Se acerca un grupo feliz regalando abrazos. Lo eludo. No me gusta que me rocen extraños.

Neuman frecuenta casi todos los géneros y se desplaza con pericia de la mugre (Bariloche) a lo exquisito (El viajero del siglo), de la lírica (Década) a la crónica de viajes (Cómo viajar sin ver), de la autoficción (Una vez Argentina) a la fiebre de un relato (“Señor Ciclo”).

Sin ser propiamente músico, tal vez no haga otra cosa que pasar a palabras lo que en su cabeza escucha. Esta vez oímos, sin comas ni mayúsculas, a un coro de chiflados: «¿pero qué mierda escribes? pregunta el veterano / ¿no ves que así no hay nadie que te entienda? / ¡viejo idiota! le escupe el loco astuto / ¡lo que yo quiero es eso! / no te entiendo se queja el veterano / ¡bien hecho!…».

La poesía no puede resumirse. Locos. Insanos. Nosotros.

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